La urgencia, enemiga del coach

Es habitual encontrar entre los coaches inexpertos aquellos a los que las ganas de ayudar, la urgencia por hacer bien su trabajo, por obtener un resultado, les llevan a cometer uno de los mayores errores, el no invertir en empatía.
La empatía es, sin duda, la puerta de entrada a un buen proceso de coaching. Ese clima de confianza y de respeto mutuo imprescindible para que el proceso de coaching se desarrolle con fluidez se construye poco a poco a través de la empatía.
Y la empatía no consiste únicamente en que escuchemos y entendamos a nuestro cliente sino que, además, nuestro cliente debe percibir que efectivamente es así.
Como una frágil planta que cuidamos y regamos cada día para que finalmente florezca, así debemos mimar la relación con nuestro cliente.
Y al igual que podemos dejar morir una planta por regarla demasiado o demasiado poco, es fácil emitir un juicio, una valoración, una opinión, una sugerencia, que destruya en un momento la relación que hasta ese momento habíamos construido.
No debemos tener prisa en ver las flores sino confiar en la naturaleza del coaching, sabiendo que los cuidados que día a día empleamos en crear y mantener esa empatía, finalmente florecerán.

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