Piedras ficticias en el camino

A todos nos ha surgido alguna vez en nuestro camino un puente lejano que no queremos cruzar, alguna situación que no deseamos y que, sin embargo, de manera inesperada, se presenta en nuestro horizonte.
Me refiero a aquellas ocasiones en que tenemos a la vista una reunión a la que no queremos asistir, una visita a la que no nos apetece recibir,  …
Los seres humanos tenemos la extraña manía de anticipar los problemas: “seguro que me dicen esto.., seguro que pasa aquello…”, y no sólo de anticiparlos sino de experimentar el sufrimiento por aquello que aún no ha sucedido y que ni siquiera tenemos la certeza de que sucederá.
Somos nosotros los que, sin darnos cuenta, vamos dejando caer pequeñas piedras ficticias en nuestro camino, anticipando aquella que puede que encontremos al borde del río. Las pisamos una y otra vez, lastimándonos los pies a cada paso, de manera que cuando llegamos al puente ya no tenemos fuerzas para poderlo cruzar.
¿De qué nos sirve dañarnos con piedras ficticias?

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