¿Principio o fin? Tú eliges

Para muchos, septiembre es sinónimo de fin; el fin del verano. Se terminan las vacaciones, se cierran las piscinas, y todos vuelven a sus casas. Esas tardes somnolientas a resguardo del ardiente sol, con el lejano zumbido de alguna mosca, llegan a su fin y ya no se oyen las chicharras, ni los grillos, ni se distingue el tenue brillo de las luciérnagas en la noche.

El fin en toda su magnitud. El recuerdo de todo lo bueno que terminó nos impregna de un estado de tristeza y apatía que nos impide avanzar. Ultimo escalón.

Para otros, septiembre es el principio. Un principio nuevo, aún por descubrir, lleno de posibilidades. Es el comienzo de las mañanas frescas que nos despiertan y nos animan, de los días de lluvia que nos regalan el olor a tierra mojada, el primer paso de ese nuevo proyecto que hemos fraguado en nuestros días de descanso, de una nueva amistad, un nuevo lugar que conocer, el principio de una página en blanco que podemos escribir. Un nuevo tramo de escalera.

La gran libertad del hombre, decía Viktor Frankl, es su capacidad para poder elegir la actitud con la que enfrentarse a la vida.

¿Principio o fin? Y tú, ¿qué eliges?

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