Estos necesitan mano dura

Por desgracia, siguen existiendo en nuestras empresas algunos directivos que utilizan el puñetazo en la mesa, el grito e incluso el insulto para tratar de obtener de sus empleados el máximo rendimiento.

Esta forma de actuar sólo se entiende por el hecho de que en alguna ocasión efectivamente este método les ha funcionado. De esta manera se refuerza la asociación interna que realiza el directivo entre su comportamiento agresivo y el resultado obtenido, y por tanto, tiende a repetirlo.

En momentos de crisis como el actual, este comportamiento se acentúa. Los trabajadores tienen más miedo a perder su puesto de trabajo y están dispuestos a “aguantar más”, lo que les proporciona una mayor sensación de poder a sus jefes, o al menos la sensación de que tampoco hay que andarse con tantos miramientos.

Por otro lado, estos jefes se encuentran a su vez muy presionados por la necesidad de obtener resultados. El estrés es mucho mayor y pierden con facilidad el control de sus emociones.

Cuando un directivo se comporta así con sus empleados no suele ser por maldad sino por falta de habilidades para controlar sus emociones y, sobre todo, falta de habilidades de comunicación.

Las empresas deben concienciarse de que la mejora en estas habilidades es un aspecto fundamental que deben potenciar entre sus directivos desde el más alto nivel.

El máximo rendimiento y la exigencia no están reñidos con el respeto y las buenas maneras.

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