Hace algún tiempo que no consigo escribir. Los pensamientos pasan por mi cabeza demasiado rápido, sin detenerse apenas para convertirse en algunas líneas sin hilar.
A menudo escribo bajo el agua. Mientras nado, me escucho mejor. Y sin embargo, últimamente la tinta se diluye entre brazadas.
Tan sólo una idea juguetea chapoteando a mi alrededor y me ronda como esas canciones pegadizas de las que resulta imposible escapar: cada uno construye su camino.
Ilusionada por el futuro, disfruto de cada instante, aprendiendo del pasado.
A la vuelta de la esquina, retos complejos que superar. Pero miro hacia atrás y me doy cuenta de que todo pasa. El futuro también pasará.
Al caminar, siempre hay un momento en el que todo nuestro peso cae sobre el pie adelantado, mientras nos mantenemos aferrados al terreno que ya pasó, tan sólo con las puntas de los dedos; equilibrio perfecto. Un momento inestable mientras adelantamos el pie que quedó atrás, y la historia se repite. Caminando hacia adelante, construyendo tu propio camino.