Éxito o fracaso

Aquellos que son más exigentes consigo mismos suelen buscar la excelencia en todo lo que hacen. Sin embargo, en ocasiones esta exigencia les lleva a centrarse en aquello que hacen mal, en aquello en lo que han fallado, … con la intención de mejorar. Una intención muy loable pero que suele provocar sentimientos de frustración y desánimo que pueden llevar incluso al abandono de aquellos proyectos en los que se habían embarcado.
Cuando no dominamos aquello que pretendemos hacer, fijarnos únicamente en los fallos, lejos de mejorar nuestro rendimiento, lo disminuye. En estos casos, cuando estamos intentando aprender algo, cuando queremos hacer algo nuevo, debemos fijarnos en aquellos pequeños avances que vamos logrando. De este modo, nuestra motivación por seguir mejorando aumentará, y nuestra confianza en nuestros propios recursos se verá fortalecida.
Igual que aplaudes como un éxito los primeros tambaleos de un bebé cuando comienza a andar, no te juzgues a ti mismo con dureza cuando tropieces o te caigas; piensa que en cada momento has actuado de la mejor manera que en ese momento podías haberlo hecho, aplaude tus éxitos y continúa entrenando para mejorar día a día.

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