Descifrando acontecimientos a través del perdón

Hace unos días, un amigo me contó algo que atrajo mi atención poderosamente:
“Iba con mi familia en el coche. Nos dirigíamos al cine. Al llegar al centro comercial busqué aparcamiento. Encontré un hueco y aparqué. Creo que otro coche también quería haber aparcado en ese sitio porque mientras maniobraba, me pareció que alguien gritaba insultos a mi espalda. No me fijé realmente en que hubiera hecho algo mal. Simplemente vi el hueco y aparqué. Si hubiera visto al otro coche, le habría cedido el sitio, pero no lo vi. No le di mayor importancia y continué con mi tarde de ocio familiar. Lo pasamos bien viendo la película, especialmente los niños. Al volver al parking para recoger mi coche, encontré que alguien había rajado sus cuatro ruedas!”
Me imaginé que el relato seguiría describiendo una escena de rabia y gritos. Sin embargo, lo que me sorprendió fue su siguiente frase:
“Doy gracias a quien lo hizo porque eso me obligó a poner ruedas nuevas al coche. Tenía previsto un viaje muy largo con mi familia en coche y, aunque sabía que las ruedas estaban bastante gastadas, si no llega a ser por este incidente, no las habría cambiado. Posiblemente me haya salvado de algún accidente”.
Cuando perdonas a los demás, te liberas. Te liberas de esa rabia, de esos malos pensamientos que lo único que logran es envenenar aquello que te rodea. Las cosas siempre ocurren por alguna razón y aunque en ocasiones sea muy difícil descifrar cuál es esa razón, encontrarla te llena de alegría y de paz.

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