Esta tarde, mientras trabajaba con el ordenador, mi hijo se acercó a mí: «Mamá, me tengo que aprender esta poesía, pregúntamela a ver si me la sé«. Se puso a recitarla y … ni una sola estrofa bien. Le dije que siguiera estudiando, y a cada rato volvía a mi lado a que le preguntara. Unas veces se equivocaba en la primera estrofa, otras en la tercera, otras en la segunda y en la cuarta…Volvió a acercarse una vez más a mí con la intención de recitarme la poesía de nuevo, arrastrando los pies, cabizbajo, y con una expresión de sufrimiento que helaba el alma. Le miré y con voz serena le dije: «Te noto triste, cansado,…¿qué significa esa cara?» «Que es muy difícil«- me contestó con voz quejicosa – «lo intento, pero no puedo«. Sin decirle nada, le coloqué mis auriculares y le puse el vídeo de Yoda: