Leyendo el artículo de mi amigo Ricardo Guillem Guillem acerca de “la Paradoja de la Elección” (Barry Schwartz), publicado en mi grupo de Facebook “Pon un COACH en tu vida” el 26 de mayo de 2012, me vino a la memoria lo que le ocurrió a un joven que conozco un día de verano:
Hacía calor y, al pasar junto a un puesto de helados, decidió tomarse uno para refrescarse.
– Buenos días – dijo – quisiera un helado.
– Claro, señor. ¿De una bola, de dos o de tres?
– Pues…de una.
– ¿En tarrina o en cucurucho?
– Uhmm…en cucurucho.
– ¿Grande, mediano o pequeño?
– No sé…mediano.
– ¿Desea añadirle topping de almendras, cacahuetes, trocitos de chocolate o sirope?
– Pues…cacahuetes.
– ¿De qué sabor desea el helado?
– De chocolate.
– ¿Chocolate, chocolate con almendras, chocolate con nueces, trufa, chocolate amargo, chocolate blanco, brownie…?
El joven se quedó mirando fijamente a la dependienta y contestó:
– ¡¡¡QUIERO UN POLO!!!
Como dice Ricardo, en ocasiones como ésta, demasiadas opciones crean sensación de parálisis. Sin embargo, se dan otras situaciones en las que las personas nos encontramos “paralizadas” precisamente porque no vemos otras opciones. Es en estos casos en los que el coach puede ayudar a su cliente a salir de ese estado de indecisión haciendo que encuentre nuevas alternativas, evalúe los pros y los contras de cada una de ellas y, finalmente, tome libremente su decisión. Es evidente que cuando dudamos es porque encontramos ventajas e inconvenientes en cada una de las opciones que se plantean. Una persona a la que quiero y admiro suele decir: “Puedes dudar entre varias opciones pero, cuando tomas la decisión, ESA es la decisión correcta”. Se refiere a que una vez elegida la opción, no sirve de nada seguir pensando en las posibles ventajas de las opciones que se han descartado, sino que debemos centrarnos en la opción elegida para poder llevarla a la práctica. En toda decisión hay un momento para evaluar y elegir, y un momento para ponerse en acción.