¿Cómo podemos ayudar a solucionar los conflictos en el aula?

Carmen, una alumna de secundaria, me contó hace unos días que había tenido una discusión con una compañera de clase y desde entonces las relaciones entre ellas se habían enfriado mucho. Según Carmen todo se debía a que Julia, su compañera, era quisquillosa, se enfadaba por tonterías y todo le parecía mal.

Fíjate – me dijo Carmen – Todo empezó porque un día yo necesitaba unos rotuladores de colores. Quería hacer un trabajo y había olvidado mis rotuladores en casa. Había visto que ella los tenía en su taquilla y sabía que no los iba a utilizar en esa hora, así es que se los cogí prestados. Luego se los devolví, claro. ¡Pero no veas la que me lió! Nos pusimos a discutir y ahora casi ni nos hablamos. ¡Y eso que yo me pongo en su lugar! Pero no lo entiendo. Si alguien me hubiera cogido a mí cualquier material cuando no lo estaba usando y luego me lo hubiera devuelto, a mí me habría dado igual. ¿Qué más le dará? ¡Si no los estaba usando!

 A veces pienso que si pudiéramos coger una cámara que nos enfocara en un primer plano y se fuera alejando poco a poco mostrando una perspectiva de la habitación donde estamos, el edificio, el barrio, la ciudad, la región, el país, el continente, el planeta, la galaxia,… nos daríamos cuenta de lo insignificantes que somos y que, sin embargo, la mayor parte del tiempo seguimos actuando como si el mundo girara a nuestro alrededor. En general nos resulta bastante complicado dejar de interpretar las situaciones desde nuestro propio punto de vista y ponernos en el lugar de los demás.

Y lo curioso es que en cada situación hay tantas versiones de la realidad como personas participen de la misma. Cada uno de nosotros vemos nuestra propia realidad filtrada a través de nuestros conocimientos, nuestras experiencias, nuestros valores, nuestros sentimientos, nuestras motivaciones y nuestras creencias.

Muchos de los conflictos que surgen en el día a día tienen que ver con esta falta de empatía. Cuando dos personas hablan desde su propia versión de la realidad sin atender a la del otro es muy difícil que se llegue a un acuerdo. Entender al otro, ponerse en su lugar y hacer que éste lo perciba así no quiere decir que debamos compartir su propia versión de la realidad, pero sí comprenderla y respetarla.

 Para ello debemos comenzar por conocernos a nosotros mismos. ¿Qué es lo importante para mí en esta situación? ¿A qué le doy valor? ¿Qué estoy sintiendo en este momento? ¿Qué parte de este sentimiento tiene que ver con lo que acaba de suceder y qué tiene que ver conmigo mismo? ¿Qué necesito en este momento?

A través de estas preguntas, Carmen se dio cuenta de que para ella lo importante era que el material se hubiera devuelto. Reconoció que una vez le ocurrió algo parecido con un libro, se lo prestó a un compañero y éste no se lo devolvió, y eso sí le sentó fatal. Sin embargo, desde niña estaba acostumbrada a que en su casa, sus hermanas y ella se cogieran las cosas prestadas unas a otras con la condición de devolverlas en perfecto estado. Estaba habituada a ese estilo de funcionamiento y le parecía lo normal. También lo hacía así con su grupo de amigas más cercano. Por eso, cuando trataba de ponerse en el lugar de Julia, lo hacía desde su propio punto de vista, es decir, desde su propia escala de valores y desde sus propias experiencias.

Partiendo de este trabajo de autonocimiento podemos empezar para entender a los demás. ¿Qué le motiva? ¿A qué le está dando importancia? ¿Cuál es su necesidad en esta situación?

Sólo entonces pudo Carmen empatizar realmente con Julia. Comprendió que Julia veía las cosas de manera diferente. Ella le estaba dando mucha importancia a las formas, al hecho de que Carmen no le había pedido permiso. Posiblemente si Carmen le hubiera pedido los rotuladores, ella no habría dudado en prestárselos, pero no había sido así. Julia tenía una percepción diferente de lo que había sucedido basada en sus propias experiencias, creencias y valores.

Finalmente le pregunté a Carmen qué quería hacer con esta situación. Carmen decidió hablar con Julia. Le pidió disculpas por no haberle pedido permiso para usar su material. Le explicó que para ella eso no tenía importancia pero que comprendía que para Julia sí lo tuviera. Julia por su parte dijo que quizás ella le había dado una importancia excesiva al hecho de que no le hubiera pedido permiso pero que eso era algo importante para ella, aunque comprendía que no todo el mundo le daba la misma importancia a las mismas cosas. A partir de ese entendimiento mutuo y respetando sus diferencias, consiguieron finalmente restablecer la buena relación entre ellas.

Muchos de los conflictos que surgen entre los alumnos tienen que ver con que cada uno se aferra a su propia versión de la realidad. A través de nuestras preguntas podemos ayudarles a reflexionar, hacer que se conozcan mejor, a que flexibilicen su pensamiento, a que aprendan a empatizar con los demás y a que tomen decisiones acerca de qué van a hacer para solucionar el conflicto y a que las lleven a cabo.

¿Te animas a probarlo durante este curso?

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