Imagina que eres un semáforo, con sus luces verde, amarilla y roja. Si te cuesta controlar tus emociones, posiblemente te hayas dado cuenta de que saltas rápidamente al color ROJO y reaccionas impulsivamente gritando o golpeando algo. Sientes que no puedes controlarte.
En ese caso te recomiendo que hagas el siguiente ejercicio. Cuando sientas que vas a explotar, visualiza en tu cabeza el color ROJO e inmediatamente, como si fueras conduciendo, piensa STOP. Para, no hables, no reacciones impulsivamente.
Tan sólo aléjate un momento de la situación que te está generando ese malestar. Puedes ir a otra habitación, ir a beber un vaso de agua, o dar un breve paseo. Mientras te vas calmando, trata de identificar la emoción. ¿Es rabia, frustración, algo que te está irritando, es ansiedad?
Cuando ya te hayas calmado un poco y estés en color AMARILLO, piensa sobre qué es lo que te ha hecho sentir de esa manera. Y piensa qué puedes hacer para que no vuelva a ocurrir. ¿Cómo puedes afrontarlo? Busca diferentes alternativas y evalúalas hasta encontrar la mejor. Para seguir disminuyendo la intensidad de la emoción puedes utilizar técnicas de relajación como la respiración abdominal o diafragmática.
Una vez la intensidad de la emoción haya disminuido y te encuentres en color VERDE es el momento de poner en práctica la solución que has encontrado. Es el momento de hablar de manera calmada, de expresar cómo te has sentido o de establecer pautas para que no vuelva a ocurrir.
Si eres capaz de darte cuenta de cómo vas pasando del VERDE al AMARILLO y de éste al ROJO, te recomiendo que te detengas lo antes posible. Siendo mucho más consciente de cómo te estás sintiendo en cada momento serás capaz de controlar tus impulsos sin dejar que la intensidad de la emoción llegue al ROJO. Como un buen conductor, cuando empieces a visualizar el AMARILLO, frena.
Si te decides a poner en práctica esta técnica no dejes de contarme cómo te ha ido.
¿Te sirve? ¿Qué dificultades has encontrado?
