Las emociones en el «yo gano, tú pierdes»

El otro día, mientras veía el partido de fútbol entre el Manchester y el Real Madrid, recordaba las palabras de Mourinho respecto a los elogios y buena acogida que había tenido Cristiano Ronaldo por parte de los seguidores del Manchester: «Preferiría que en vez de piropos le dijeran cosas poco agradables». Posiblemente el técnico tenía razón y el buen recuerdo por parte de Ronaldo de los años que jugó en ese equipo, unido al cálido recibimiento que recibió por parte de la afición, hicieron mella en el ánimo del jugador, afectando en cierto modo a su rendimiento.

Resulta curioso cómo, en la mayoría de las grandes empresas, los directivos de cierto nivel tienen cláusulas en sus contratos que les impiden muchas veces, al abandonar la compañía, trabajar para empresas dentro del mismo sector durante un periodo de tiempo, mientras que en el ámbito deportivo, los jugadores (y entrenadores) dejan un equipo para pasar directamente a jugar en «la competencia».

No es fácil gestionar ese tipo de emociones , a veces encontradas, entre la profesionalidad, la lealtad a tu equipo y el claro deseo de obtener el mejor resultado posible, frente al cariño y buenos recuerdos de los tiempos vividos en el equipo contrario.

El mismo Ronaldo, al finalizar el encuentro lo comentó: «Siento mucha felicidad, pero también tristeza por el Manchester. Es normal que no celebre mi gol por el cariño de las personas. Se trata de respeto a unos sentimientos que me quedan».

No es lo mismo una negociación comercial con un desconocido que la misma negociación con alguien a quien nos une una relación de amistad. Tampoco es lo mismo cuando los sentimientos hacia la otra parte son de cierto resentimiento o malestar por alguna «jugarreta» anterior. Todos estos factores, queramos o no, forman parte de la negociación. Y cuando, como ocurre en el caso de las competiciones deportivas, la negociación es del tipo distributivo en la que las ganancias de una parte se obtienen a expensas de la otra (yo gano-tú pierdes), estas emociones tanto positivas como negativas tienen un papel relevante.

Al final, la profesionalidad se impone, como no podía ser de otra manera. Sin embargo estas emociones, si no se gestionan de manera adecuada, pueden llegar a afectar definitivamente al nivel de rendimiento esperado tanto en el ámbito empresarial como en el deportivo. Ser conscientes de ello y anticipar las situaciones que pueden presentarse, preparándose para afrontarlas, puede contribuir, sin duda, a mejorar el rendimiento personal en estos momentos.

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