Crispín, uno de los pajes más competentes y que contaba con la total confianza de los Reyes Magos, se sorprendió al encontrarles sentados en una de las tiendas del oasis, reunidos y cabizbajos, a tan sólo unas horas de la gran noche. Se acercó despacio y Melchor, con un gesto de su mano, le invitó a sentarse junto a ellos. Quizás puedas ayudarnos, Crispín. – le dijo en un tono grave.
Crispín se sentó sobre uno de los cojines de terciopelo que había en el suelo y les escuchó atentamente.
– No podemos seguir así – decía Gaspar mientras su semblante reflejaba una gran preocupación – Desde que Papá Noel contrató a ese nuevo director de marketing esto se está convirtiendo en una competencia feroz.
– Los niños ya no saben ni qué pedir en sus cartas – continuó Baltasar – Bueno, de hecho, ya ni siquiera escriben cartas porque Papá Noel suele adelantarse con los ordenadores y los móviles. Diría que ya casi han olvidado lo que es escribir en papel.
– Creo que se está perdiendo la esencia de la Noche de Reyes – sentenció visiblemente afectado Melchor.
Crispín, que había pasado el año estudiando coaching en una prestigiosa universidad, aprovechó la ocasión para poner en práctica todos sus conocimientos. Les escuchó muy atento, fijándose no sólo en sus palabras sino también en sus expresiones y en el tono de su voz. Con calma, repitió las palabras de Melchor: Se está perdiendo la esencia de la Noche de Reyes – y mantuvo silencio.
Los tres Reyes asintieron pensativos. Melchor continuó:
– Hace años los niños nos escribían cartas en las que nos contaban cómo se habían portado durante el año. Los que habían hecho alguna travesura lo confesaban y prometían no volver a hacerlo. Esas cartas les servían de reflexión. Y nosotros les enviábamos lo que más necesitaban. Sin embargo, en los últimos años, nosotros mismos hemos caído en esa trampa del marketing de la que hablaba Gaspar. Parece que, si no hacemos más regalos y mejores que Papá Noel, éste terminará por quitarnos la cuota de mercado. Cada vez hace más anuncios en televisión, sale en las revistas, en las vallas publicitarias, siempre sonriente y con ese traje rojo tan llamativo. Sin duda ha sabido captar la atención de los mortales.
Gaspar y Baltasar asentían en silencio, haciendo suyas las sabias palabras de Melchor.
– ¿Qué podéis hacer para recuperar esa esencia de la que habláis? – intervino Crispín.
Los tres Reyes se miraron con cierta perplejidad ante la pregunta de Crispín. Hasta ese momento no se habían planteado siquiera la posibilidad de que ellos pudieran hacer algo al respecto. Se mantuvieron en silencio, pero en sus caras ya no se reflejaba la desesperación y la tristeza sino que se veía cómo estaban tratando de encontrar una solución.
El primero en hablar fue Baltasar:
– Deberíamos llevar a los niños unos regalos diferentes.
– ¿Qué quieres decir con diferentes? – preguntó Crispín.
– Diferentes, no materiales. Los niños ya tienen demasiadas cosas. Lo que necesitan son experiencias. – respondió Baltasar.
– Tienes razón. – intervino Gaspar – No tiene sentido que les regalemos más cosas materiales tratando de competir con Papá Noel.
– ¿Cómo lo vais a poner en práctica? – preguntó nuevamente Crispín.
Melchor, que destacaba por su capacidad organizativa y su liderazgo, se dirigió a sus Majestades:
– Debemos revisar los casos uno a uno, ver los regalos que han recibido los niños de Papá Noel y qué es lo que necesitan realmente. Por ejemplo, puede que algún niño haya recibido un juego electrónico de última generación pero que no tenga con quién jugar y juegue solo. Podemos entonces regalarle generosidad para que lo comparta con sus hermanos o amigos. Y a sus padres podemos regalarles una mejor organización del tiempo para que puedan dedicarle algo más a sus hijos. Será una labor intensa pero muy gratificante, os lo aseguro. Pongámonos manos a la obra. Crispín, convoca una reunión urgente de todos los pajes y carteros reales. Nos dividiremos en grupos y llevaremos a cabo nuestro trabajo. Tenemos poco tiempo. Gracias por todo, Crispín. – añadió con una amable sonrisa – Siempre podemos contar contigo, mi gran amigo. ¡Vamos Majestades, recuperemos la esencia de la Noche de Reyes!
Crispín corrió a avisar a todos. Había mucho trabajo que hacer. Este año sería realmente diferente. Las montañas de regalos materiales darían paso a las vivencias, experiencias y valores. Sentía la ilusión correr por sus venas, la misma ilusión que pensaba que tendrían los niños y mayores cuando este año recibieran en la Noche del cinco de enero esos mágicos regalos. Sin duda, los tres Reyes eran unos verdaderos Magos.