No terminaban de ponerse de acuerdo y lo echaron a suertes.
Finalmente, los equipos quedaron configurados de la siguiente manera: Melchor y Baltasar contra Gaspar y Papá Noel.
Este año los cuatro habían estado dando clases de pádel, y tenían ganas de probarse. Además, con tanto trabajo en estos días, un poco de desconexión les vendría bien.
Se dirigieron a la pista. Melchor sacó un bote de bolas nuevas, y comenzaron a pelotear.
Tras unos minutos de calentamiento inicial, comenzó la competición con la bola de saque.
En las gradas que había junto a la pista se habían reunido Crispín y algunos pajes más, varios duendes y los 9 renos de Papá Noel, con Rudolph al mando. Todos estaban ansiosos por ver cómo se desarrollaba el partido.
Tras varios golpes, Baltasar cortó la bola y Papá Noel no pudo llegar a tiempo. Bola de saque para Melchor. Los pajes aplaudieron con fuerza.
Papá Noel no era muy ágil y le costaba correr por la pista, pero tenía buena muñeca y sabía colocarse. Además, Gaspar, que era muy rápido, le ayudaba con algunas bolas difíciles.
Por su parte, Melchor había practicado bien las bandejas, y golpeaba con fuerza. Y Baltasar se manejaba muy bien en la volea.
El partido iba muy igualado: 4-4. Saque para Melchor. La primera bola golpeó la red. Melchor cogió la segunda bola de saque y trató de ajustar el golpe, algo más fuerte. Pero salió fuera. Doble falta. Rudolph soltó una carcajada, y Melchor pareció incomodarse.
Baltasar trató de animarle con un golpecito en la espalda, pero Melchor empezó a ponerse nervioso. Por su cabeza sólo podía pasar el error, esa doble falta realizada. Al estar dándole vueltas a su mal saque, perdió la concentración y comenzó a cometer más errores. Cada error que cometía le sacaba más del partido.
Gaspar y Papá Noel se vinieron arriba. Celebraban cada punto con gestos y gritos. Y la grada, encendida, les jaleaba.
Crispín, desde su asiento, observaba el comportamiento de Melchor. Estaba cometiendo muchos errores, y se le notaba cada vez más nervioso.
Baltasar, tratando de cubrir a su compañero, iba a por todas las bolas. No confiaba en el juego de Melchor y trataba de jugarlas todas. Pero claro, al ir a por bolas que no le correspondían dejaba huecos en la pista que aprovechaban Gaspar y Noel si piedad.
Pronto terminó el primer set: 4-6. Victoria para la pareja de Papá Noel y Gaspar.
Pararon unos minutos para beber agua y reponer fuerzas, y retomaron el partido.
La grada volvió a rugir, cada bando animando a su equipo.
- “No es como empieza, sino como acaba”, gritó amenazante Baltasar.
Los contrarios se rieron, y comenzaron a jugar. Se sentían con mucha confianza, quizás demasiada. Gaspar quería saborear la victoria, y trataba de acabar pronto los puntos. Pero eso le hacía precipitarse. En lugar de pelotear un rato hasta encontrar el momento oportuno, al segundo o tercer golpe ya trataba de machacar a los contrarios. El resultado, golpes fallidos.
El segundo set acabó rápido: 6-2. Victoria para Melchor y Baltasar, que volvieron a recuperar la confianza. Se sentían con fuerzas para ganar el último set.
Los duendes estaban nerviosos y hacían apuestas sobre el equipo vencedor. El partido estaba muy emocionante. Los renos golpeaban las gradas con sus patas, como si de tambores se tratara. Y los pajes se increpaban, divididos.
Sólo Crispín parecía mantener la calma. Desde su asiento, observaba a unos y otros.
Comenzó el tercer set. Los cuatro estaban nerviosos, querían ganar a toda costa. El set parecía estar muy igualado. Buenos golpes de Melchor, que Papá Noel devolvía con furia, golpes imposibles a los que llegaba Gaspar, y remates definitivos de volea que realizaba Baltasar. Los dos equipos habían recuperado el buen juego del inicio.
El set siguió completamente igualado. Le tocaba sacar a Papá Noel. Iban 40-30 y tenía en su mano la bola de partido. Buen saque, que devolvió Baltasar con un globo, aunque se le quedó un poco corto. Noel vio la oportunidad de hacer una bandeja y conseguir la victoria. Se preparó, levantó la pala y…golpeó al aire. Una enorme carcajada se escuchó en las gradas. Papá Noel, no pudo contener su rabia y estrelló su pala contra el suelo.
La grada enmudeció. Y los otros tres jugadores se miraron atónitos.
Esto suponía el fin del partido, sin vencedores ni vencidos, salvo en su propio orgullo.
Crispín se acercó a ellos para tratar de calmar los ánimos y les invitó a unas jarras de zarzaparrilla. Mientras saboreaban sus bebidas, Crispín les habló:
- “He estado observando vuestro juego. He visto que Melchor perdió la concentración al realizar su doble falta, que Baltasar cometió muchos errores por tratar de coger todas las bolas al haber perdido la confianza en su compañero, que Gaspar se precipitó al querer acabar rápido los puntos, y que Papá Noel ha perdido los nervios en la última jugada, rompiendo su pala. Los cuatro tenéis mucho que mejorar, pero no sólo a nivel técnico o táctico, sino también a nivel mental. Cuando este año retoméis vuestras clases, no olvidéis el entrenamiento mental.”
Los cuatro reconocieron sus fallos y se comprometieron a trabajar en ellos.
Alzaron sus jarras y brindaron alegres: “¡Por el partido de la próxima Navidad!”