¿Cómo influyen las emociones del coach?

Se ha hablado mucho de cómo una de las mayores habilidades del coach es la de saber identificar las emociones de sus clientes, acompasar adecuadamente su estado emocional sin caer en el mismo, establecer empatía y contribuir a que se produzca ese entorno de confianza tan necesario en un proceso de coaching.

Sin embargo, en este caso, quisiera llamar la atención sobre cómo pueden influir las propias emociones del coach en el desarrollo de un proceso.

Y no me refiero únicamente a las emociones que el coach pueda sentir a lo largo de la sesión, que deberían ser apartadas a través de la verdadera escucha, sino a las emociones que pueda experimentar y al propio estado emocional en que se encuentre el coach antes de comenzar una sesión.

Los coach también tenemos días mejores y peores, tenemos preocupaciones y alegrías, días grises y días llenos de luz, pero una de las grandes habilidades del coach debe ser la de apartar sus propias emociones y regular su estado emocional, evitando así enturbiar el proceso de coaching.

Aprender a reconocer nuestro propio estado emocional y a regularlo antes de iniciar una sesión es una de las habilidades que un coach debe entrenar en profundidad. En muchas ocasiones, el éxito de la sesión dependerá de ello.

De igual manera, el haber experimentado algún tipo de emoción intensa antes del inicio de una sesión puede influir definitivamente en el desarrollo de la misma si no somos capaces de autorregularnos y apartar esos sentimientos.

Para lograr una verdadera escucha y poder realizar las preguntas adecuadas que lleven al cliente a reflexionar y avanzar en su proceso de coaching, el coach debe ser capaz de iniciar una sesión libre de obstáculos internos, libre de sus propios pensamientos y emociones.

El trabajo del coach, por tanto, comienza antes de la propia sesión con su preparación. Esta preparación no sólo consiste en un repaso de las anotaciones que se hayan hecho acerca de sesiones anteriores, del recorrido del proceso hasta la fecha, de temas que quedaron pendientes o de las acciones efectuadas por el cliente en los periodos entre sesiones. Esta preparación consiste además y principalmente en la autorregulación emocional del coach para afrontar la sesión en sus condiciones óptimas.

Un profundo autoconocimiento, así como la práctica habitual de técnicas de activación o de relajación pueden resultar fundamentales para el buen ejercicio de la labor del coach.

Todos sabemos que la sesión perfecta no existe aunque, indudablemente, una buena preparación por parte del coach desde antes de su inicio contribuirá definitivamente a mejorar su calidad.

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