A veces no es el qué sino el quién

Un proceso de Coaching puede ayudar a fijar adecuadamente los objetivos, a tomar una decisión, a organizar de manera efectiva el tiempo, a gestionar un proceso de cambio, y muchas otras cosas, sin tener que trabajar más que con aquello que se puede observar a simple vista, con los comportamientos, ayudando a organizar la información, a priorizar tareas, a encontrar nuevos puntos de vista o a flexibilizar el pensamiento.

Un coach debe, por encima de todo, respetar a su cliente. Y en este sentido, no debe profundizar más allá de lo necesario para que éste pueda lograr su objetivo.

Sin embargo, hay ocasiones en las que tras un aparente conflicto del QUÉ se esconde el verdadero conflicto, el del QUIÉN.

En estos casos, no es la tarea en sí (las diferentes opciones para una decisión, o la organización o delegación de tareas) lo que realmente está bloqueando al cliente, sino que más allá de lo puramente racional habrá posiblemente un conflicto más profundo relacionado con sus valores o prioridades, con sus raíces.

Las sesiones pueden en estas ocasiones desarrollarse de manera especialmente fluida, ofreciendo el cliente argumentos razonables, proponiendo cambios sensatos, estableciendo acciones realistas y, sin embargo, con la sensación de seguir andando en círculos.

Y esto es así porque el cliente ya conoce la respuesta racional, ya ha analizado las diferentes opciones, ya ha evaluado los pros y los contras y, sin embargo, tiene un nudo en el estómago que no le deja decidir.

Si esta situación o alguna similar ya se han presentado en su vida y ha sabido resolverlas, ¿qué hay de diferente en ésta? O, mejor dicho, ¿quién hay de diferente?

Las situaciones, los conflictos, pueden ser similares pero las personas que participan en ellas pueden haber cambiado. Es en estos momentos cuando las emociones cobran importancia. ¿Cuál es la emoción que está provocando ese nudo en el estómago? ¿Qué valores se están viendo comprometidos?

Si un coach no es capaz de llegar a este nivel de profundidad cuando es necesario, posiblemente asista a una farsa en la que su cliente aparentemente logre su objetivo de tomar una decisión o de gestionar su tiempo o de adaptarse a una situación de cambio. Pero en realidad, el nudo en el estómago volverá a formarse una y otra vez mientras no se trabaje ese otro conflicto subyacente.

Una relación de confianza con su cliente basada en el respeto, la empatía, la intuición y un buen nivel de escucha le darán pistas al coach para saber hasta dónde y en qué punto exacto debe remover la tierra para encontrar la zanahoria.

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