Enseñar desde el refuerzo positivo

El refuerzo social es una de las técnicas psicológicas más poderosas, así como una de las habilidades propias del coach. Y, desde mi punto de vista, también es una habilidad que deberían adquirir y perfeccionar todos aquellos que tienen personas a su cargo y que busquen, de una u otra manera, el desarrollo personal de las mismas.
Una de las principales tareas del profesorado es la de conocer y potenciar las capacidades de todos y cada uno de sus alumnos, de manera que puedan ayudarles a mejorar a lo largo del curso.
Para que nuestros alumnos puedan desarrollar o mejorar sus capacidades, lo primero que necesitan es tener ellos mismos un conocimiento objetivo de cuál es su situación de partida, de cuáles son esas capacidades o habilidades que ya tiene adquiridas, así como de cuáles son aquellos aspectos concretos que aún necesitan trabajar en mayor profundidad.
En general, las personas tendemos a juzgarnos duramente, a poner nuestra atención en los fallos cometidos, en lo que aún nos falta, en nuestras debilidades. Y lo mismo nos ocurre cuando hacemos un juicio u observación sobre los demás.
Aprender a conocer y reconocer nuestros fallos nos da la oportunidad de descubrir nuevas oportunidades de mejora. Sin embargo, si únicamente nos fijamos en los errores, nos invadirá el desánimo y la frustración. Cuando este análisis acerca de lo que aún tenemos que mejorar no viene acompañado de un conocimiento objetivo de aquellas tareas concretas que realizamos adecuadamente o de aquellas habilidades que manejamos con soltura, tendremos una visión negativa sobre nosotros mismos que nos impedirá avanzar en nuestro desarrollo.
Saber lo que objetivamente hacemos bien nos da la autoconfianza necesaria para seguir avanzando en nuestro crecimiento.
Los profesores, a la hora de tratar con sus alumnos, deben tener esto muy en cuenta. No se trata de poner etiquetas generales como «eres bueno» ni de usar expresiones vacías de un contenido concreto como «has trabajado muy bien», sino de señalar aquellas acciones o comportamientos específicos que el alumno ha realizado adecuadamente. De esta manera le estamos ofreciendo no sólo la adquisición del conocimiento objetivo acerca de su comportamiento o acción sino que además estamos favoreciendo el que el alumno repita y afiance dicho comportamiento positivo.
Cuando queremos cambiar el comportamiento de uno de nuestros alumnos, esta herramienta se convierte en nuestra gran aliada. Si, por ejemplo, hemos llegado a un acuerdo con alguno de nuestros alumnos por el que éste se ha comprometido a “no hablar con los compañeros en clase”, debemos estar especialmente atentos a esos momentos en los que está cumpliendo su compromiso para poder señalarlos y reforzarlos positivamente. Probablemente al principio nos costará detectarlos porque nuestra mente seguirá dirigiéndose casi automáticamente a los comportamientos disruptivos del alumno, pasando por alto aquellos momentos en los que se esté portando bien. Si únicamente seguimos señalándole cuando lo hace mal, generaremos en el alumno la sensación de que cualquier esfuerzo que esté haciendo para mejorar su comportamiento no merece la pena, ya que ni siquiera nos damos cuenta de ello. Si, por el contrario, estamos atentos a esos esfuerzos y se los señalamos, estaremos contribuyendo a fortalecer su autoestima, haciéndole ver que es capaz de mejorar su comportamiento, que nos damos cuenta de ello y que valoramos su esfuerzo. Eso hará que el alumno siga esforzándose en seguir mejorando día a día. Al inicio de este proceso de cambio nuestros refuerzos positivos deberán ser más constantes. Poco a poco, a medida que el nuevo comportamiento se vaya afianzando, podremos ir espaciando más nuestras palabras de refuerzo sobre este hecho específico.
De igual manera, la crítica constructiva se basa en señalar aquellos aspectos concretos que el alumno aún puede seguir trabajando, dándole las herramientas adecuadas (instrucciones, tareas, ejercicios, …) para lograrlo.
La regla del 3 x 1 nos dice que, para proporcionar un buen feedback, deben señalarse 3 aspectos positivos por cada uno a mejorar. No es que se deba seguir esta regla a rajatabla, pero sí nos da una idea de la verdadera importancia que tiene el refuerzo positivo en el desarrollo personal.
Por último, es importante tener en cuenta el orden en que se ofrecen estos comentarios ya que, si comenzamos con lo que se podría mejorar, la atención del alumno se centrará rápidamente en aquello, de manera que todos los aspectos positivos que resaltemos posteriormente no tendrán ninguna repercusión; simplemente habrá dejado de escuchar después de la primera frase.
Seguro que a ti, como profesor, también te gusta que de vez en cuando se reconozca tu esfuerzo y dedicación, ¿a que sí? No es que necesitemos el refuerzo externo para automotivarnos, pero sin duda nos ayuda a tener una visión más amplia de nosotros mismos, con nuestras fortalezas y nuestras áreas de mejora, y nos da el empuje necesario para seguir trabajando en nuestra mejora personal.
Te invito a que hagas una pequeña reflexión: en el día a día con tus alumnos, ¿cuántas frases correctivas y cuántas de refuerzo positivo utilizas? Si la balanza se ha inclinado hacia los errores y los fallos, te propongo que de cara al próximo curso grabes en tu mente esta frase: «siempre hay un motivo para el refuerzo positivo». Ponlo en práctica y comprobarás los resultados.

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