Pretemporada: Preparación física, técnica, táctica…y psicológica

En agosto comienza la pretemporada y con ella un periodo de ajustes e incertidumbre. Los equipos sufren una profunda renovación. Se incorporan algunas personas nuevas y otras dejan de formar parte de la plantilla. Hasta el momento en que queda configurado el equipo, los nervios están a flor de piel. ¿Me harán ficha? ¿Encajaré con mis nuevos compañeros? ¿Me entenderé con el Míster? ¿Lograré alcanzar mis objetivos personales en este equipo? Surgen las dudas, los miedos. Y, como si de un puzzle se tratara, cada pieza debe encontrar su sitio. Para ello, además del apoyo del cuerpo técnico, los jugadores necesitan percibir que son bien acogidos por el resto de compañeros. Los nuevos se esfuerzan por encajar, pero los veteranos deben hacer un esfuerzo especial. Inevitablemente sienten la nostalgia de aquellos jugadores (en ocasiones amigos) con los que compartieron vestuario durante la temporada anterior y que, por una u otra razón, ya no forman parte del equipo. Pero cuanto antes logren pasar página, mejor rendirá el nuevo grupo. Los fantasmas del pasado no deben ocupar espacio en el vestuario sino que deben dar vía libre a los recién llegados para que éstos puedan desplegar todas sus capacidades (diferentes, pero no por ello peores).

Una de las actividades más interesantes que se pueden realizar durante la pretemporada para acelerar esta fusión grupal es una sesión de coaching outdoor. Esta actividad consiste en la realización de una serie de juegos diseñados especialmente para trabajar aspectos como la comunicación, el trabajo en equipo, el liderazgo, la tolerancia a la frustración, la adaptación al cambio o los valores, entre otros. Es el momento de conseguir que los jugadores se conozcan más entre ellos, que descubran en sus compañeros nuevas habilidades, y que aprendan, sobre todo, a conocerse más a sí mismos.

La sesión de coaching outdoor proporciona el entorno ideal para crear complicidad entre los miembros del equipo, para que aprendan a descubrir y a aprovechar las cualidades de sus compañeros, y para que reflexionen y saquen aprendizajes tanto personales como grupales de la experiencia vivida. No se trata tan sólo de realizar unos juegos sino de, a través de las preguntas del coach, reflexionar sobre lo ocurrido y trasladarlo a futuras situaciones que puedan plantearse a lo largo de la temporada. Los juegos son tan sólo el medio para lograr lo verdaderamente importante: la reflexión y el aprendizaje.

¿Qué valores nos identifican como equipo? ¿Cómo se traducen esos valores en nuestros comportamientos? ¿Cuáles son nuestros puntos fuertes y cuáles nuestras debilidades? ¿Cómo podemos aprovechar las fortalezas de nuestros compañeros para construir un equipo más competitivo? ¿En qué situaciones estamos “ciegos”? ¿Cómo reaccionamos? ¿Cómo nos comunicamos con los demás? ¿Cómo se siente el que recibe la información? ¿Qué necesita? ¿Qué ocurre cuando las cosas no salen como yo esperaba? ¿Qué pienso? ¿Qué siento? ¿Cómo se traducen esas emociones en mis acciones? ¿Qué puedo hacer en esos momentos para ayudar a mis compañeros? ¿Cómo me enfrento a las situaciones complejas?

Estas preguntas y muchas más pueden responderse a través de una sesión de coaching outdoor. Sin duda, reflexiones que contribuirán a un mejor conocimiento del equipo, a sentar las bases para el trabajo posterior, a anticipar situaciones y a tener más herramientas para afrontarlas.

Pronto comienza la temporada y con ella nuevos retos. ¿Estáis preparados?

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