Cambiando el enfoque de las tutorías

Tanto los profesores como los padres nos necesitamos los unos a los otros para acompañar a nuestros niños y jóvenes en su educación y que éstos consigan lo máximo de sí mismos. Esta comunicación, que debe ser constante a lo largo de curso, se favorece mediante herramientas como la agenda escolar o las reuniones de tutoría.
Sin embargo, habitualmente las reuniones de tutoría se convierten en monólogos en los que el profesor va comentando la evolución del alumno en las diferentes asignaturas, centrándose especialmente en los aspectos negativos. Los padres, dependiendo de su carácter, aguantan sumisos lo que ellos interpretan como un chaparrón sintiéndose culpables de ser unos “malos padres”, o reaccionan a la defensiva atacando al profesorado y culpándole de todo aquello que pueda estar sucediéndole a su hijo/a.
En el caso de que además el alumno esté presente en la reunión, la charla educativa del tutor, cargada de deberías y tendrías que, se dirige hacia él mientras los padres, para evitar que la conversación se vuelva en su contra, ratifican las palabras del tutor e incluso las endurecen (aunque posiblemente una vez en casa se critique al profesor delante del hijo para que éste no “deje de quererles”, o se produzcan reproches mutuos entre los progenitores para dejar claro quién es el/la culpable).
Puede parecer exagerado, pero seguramente no muy alejado de la realidad de muchas de estas reuniones.
¿Qué se podría hacer para que, ya que tanto el profesorado como las familias invierten su tiempo y energía en una reunión de tutoría, ésta de verdad sirviera para acompañar al alumno en su desarrollo?
Mi propuesta es cambiar el enfoque de la reunión, haciendo que el alumno, en lugar de ser un elemento pasivo pase a ser el protagonista de la tutoría.
De esta manera, al igual que el tutor acostumbra a recabar información y preparar la tutoría, el alumno debería hacer lo mismo. Para ello se le podría facilitar, dos o tres días antes de la reunión, una hoja con algunas preguntas de este tipo:
– ¿Cómo te sientes en general en el colegio?
– ¿Cuáles son tus mejores amigos?
– ¿Qué haces durante los recreos?
– ¿Qué otras actividades realizas fuera del centro?
– ¿Qué asignatura/s te está/n gustando más? ¿Qué es lo que más te gusta/n de ella/s?
– ¿En qué asignatura/s estás encontrando mayor dificultad?
– ¿Qué necesitarías para mejorar en esa asignatura/s?
– ¿Qué podríamos hacer para ayudarte?
Así el alumno llegaría a la reunión con una importante reflexión hecha acerca de su situación actual.
Por supuesto, esto no exime al tutor de preparar también la reunión, recabando información de los diferentes profesores y obteniendo su propia versión de la situación.
La reunión de tutoría se realizaría ahora en un ambiente distinto, mucho más relajado, un ambiente de colaboración, ayuda y búsqueda de soluciones en lugar de una búsqueda de culpables.
El alumno podría exponer su situación, ya sea directamente o ayudado por su tutor mediante preguntas abiertas, y se buscarían soluciones conjuntamente. Así los padres no se sentirían juzgados sino que comprenderían que son parte importante de este equipo educativo.
El tutor, además de aportar propuestas para realizar en el centro, consensuadas con el alumno, podría involucrar aún más a los padres en la búsqueda de soluciones con preguntas abiertas del tipo:
– ¿Qué podéis hacer vosotros desde casa para ayudarle?
– ¿Quién se encargaría de ello?
– ¿En qué momento?
– ¿Qué dificultades podríais encontrar para llevarlo a cabo?
La tutoría finalizaría con un compromiso del alumno, el tutor y los padres acerca de aquellas acciones que realizaría cada una de las partes implicadas para mejorar o solucionar aquellas dificultades que se hubieran detectado durante la reunión, así como con un plazo para llevarlas a cabo antes de volver a reunirse y comprobar los avances realizados.
Este tipo de tutorías requiere del tutor el manejo de una serie de habilidades propias del coach como son la escucha activa, la empatía, la realización de preguntas abiertas, …, un nuevo enfoque de las tutorías que, desde mi punto de vista, favorece no sólo el desarrollo, la toma de conciencia y la autonomía del alumnado sino además la buena comunicación entre las familias y los centros educativos. ¿Qué opináis vosotros?

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