Todo entrenador sueña con un equipo que posea una confianza sólida, de esos que salen al césped con la seguridad de que pueden llevarse los tres puntos… ¡y se los van a llevar!. Ese tipo de jugadores que se crecen en la adversidad, que están seguros de sus capacidades y que están dispuestos a demostrarlas ante cualquier rival. Todo entrenador sueña con un equipo de verdaderos “guerreros” al estilo de los 300 espartanos en la batalla de las Termópilas. Y en muchas ocasiones vemos equipos así. Equipos que son capaces de enfrentarse sin complejos, e incluso vencer, a rivales teóricamente muy superiores.
Sin duda, hay muchas variables que influyen en el rendimiento de los equipos. Sin embargo, el entrenador puede hacer mucho para mejorar no sólo la técnica, la táctica o el rendimiento físico de sus jugadores, sino que además puede influir en su autoconfianza a través de una herramienta tan sencilla como la comunicación.
Qué dice, cuándo lo dice y cómo lo dice influye directamente en la confianza de sus jugadores.
Hace unos días conocí a Lucas, un jugador de categoría alevín. Lucas me dijo que ya no le gustaba el fútbol, que lo iba a dejar porque era muy malo. Hablé con su entrenador y éste me comentó extrañado que Lucas no era malo. De hecho, según él, era de los mejorcitos del equipo. Al observar los entrenamientos, me llamó la atención que el entrenador corregía constantemente a sus jugadores, especialmente a Lucas. Era, según me dijo, su manera de exigirles para que mejoraran. Sin embargo, la percepción de Lucas, día tras día, era la de que no hacía nada bien.
Los jugadores deben tener, en todo momento, una visión ajustada a la realidad de cuáles son sus capacidades, de qué hacen bien y qué deben mejorar y cómo. Sin embargo, cuando únicamente se resaltan las carencias sin reforzar las bondades, el jugador obtiene una visión distorsionada y negativa de sí mismo. Y su autoconfianza se resiente.
Es evidente que los jugadores en etapa de formación cometerán muchos errores y tendrán muchas habilidades que desarrollar. Pero tan importante es esto como afianzar aquellas habilidades que ya han adquirido. Por eso, el entrenador puede contribuir con su comunicación al fortalecimiento de la autoconfianza de sus jugadores, con algunas de estas acciones:
- Evitar corregir constantemente. Tratar de corregir (sin regañar) únicamente aquellas acciones concretas que se estén trabajando en ese momento durante el entrenamiento.
- Reforzar todas aquellas acciones que se están haciendo bien, de manera que sus jugadores puedan tener una visión mucho más realista de sus capacidades y habilidades.
- Cuando tenga que llamar la atención a un jugador concreto, tratar de hacerlo de manera individual en lugar de hacerlo delante del resto de sus compañeros. De esta manera se evitarán posteriores burlas o bromas de sus compañeros.
- Cuando tenga que felicitar a un jugador en concreto por algún determinado comportamiento, hacerlo delante de los demás, para que sirva de ejemplo.
- Reforzar más a aquellos que más lo necesitan, como por ejemplo aquellos jugadores que aún tienen mucho que mejorar pero se están esforzando en ello, reforzando en este caso el esfuerzo y los avances conseguidos.
- Vigilar el tono de las correcciones, así como las palabras, cuidando de que no sean descalificativos hacia la persona.
- Siempre que sea posible, cambiar el NO por una corrección en positivo.
Los entrenadores de deporte de base deben tener muy presente que nadie nace sabiendo, que su labor es la de enseñarles, de ayudarles a mejorar y que para ello, lo más importante es que sus jugadores salgan cada día del entrenamiento habiendo aprendido algo nuevo y con ganas de volver al día siguiente.