¿Confías en mí?

Cada mañana se levantaba muy temprano para darle de comer. La cogía con mucho cuidado entre sus manos, sujetándola con firmeza, sin apretar demasiado pero sin dejarla caer, y la acariciaba con cariño. Después, volvía a colocarla con suavidad dentro de su caja. «¿Qué llevas ahí? ¿Por qué lo guardas con tanto cuidado?» – le preguntó. «Es mi mayor tesoro» – contestó – «Tu confianza. Si alguna vez la perdiera, no volvería a encontrarla jamás».

La confianza es de esos tesoros que cuesta conseguir y que hay que mimar día a día, cuidándola con esmero porque una vez que se pierde, efectivamente, resulta muy difícil de recuperar.

¿Intuición? Posiblemente haya algo más allá del raciocinio que nos haga confiar o no en alguien a primera vista. Puede ser un gesto, una mirada, algo que nos recuerde alguna experiencia pasada. ¿Será eso que llamamos feeling? Puede ser. Y sin embargo la confianza es la base sobre la que se forja cualquier relación, ya sea una relación de pareja, de amistad, de un equipo de trabajo, un equipo deportivo o, como no, una relación de Coaching.

Un proceso de Coaching sólo podrá tener éxito si entre el coach y su cliente existe confianza.

Por ello es bueno que antes de iniciar un proceso de Coaching exista una primera charla más informal entre el coach y su cliente, de manera que ambos puedan conocerse mejor, experimentar ese feeling y comenzar desde ahí a trabajar en la confianza mutua.

Porque al margen de esa primera impresión, la confianza hay que trabajarla, hacer que crezca día a día y no dejar que se escape entre los dedos.

Si yo os preguntara a cada uno de vosotros qué comportamientos tiene esa persona en la que confiáis plenamente, seguramente me encontraría con respuestas muy similares. Y es que en realidad la confianza no se construye con enrevesadas filigranas sino con simples ladrillos de adobe:

– Haz lo que dices, cumple tus compromisos.

– Establece normas y acuerdos claros, sin posibles interpretaciones.

– Muestra respeto. No siempre tienes que estar de acuerdo pero sí respetarlo.

– Sé honesto y sincero. No mientas. Reconoce tus límites.

– Demuestra que verdaderamente te preocupas por la otra persona.

– Ofrece tu apoyo, de igual a igual.

Esto es lo que hace un coach para ganarse la confianza de sus clientes, y esto es lo que podemos hacer todos para ganarnos la confianza de los que nos rodean, ya sea en el trabajo o en nuestro ámbito personal.

Parecen seis simples reglas, una sencilla melodía fácil de interpretar. Y sin embargo sus notas necesitan ser afinadas constantemente para que la confianza crezca sólida y fuerte. ¿Empezamos?

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