El poder de la palabra «Gracias»

Habían tenido sus diferencias y su relación seguía siendo cordial, aunque ligeramente tensa. Posiblemente, pensaba ella, debería haber manejado la situación con más tacto; aunque él debería haber estado más abierto a encajar sus sugerencias. Pero lo hecho, hecho estaba. No se puede borrar el pasado.

Se acercó a entregarle el último informe.

Recibió, como siempre, palabras correctas aunque superficiales, incluso con algún mensaje entre líneas que anclaba más aún su postura. Cada uno tirando ligeramente de su extremo de la cuerda.

Pero detrás de sus palabras, ella descubrió emociones. Y entonces recordó aquello que alguien le dijo hace mucho tiempo: «No te tomes las cosas personalmente. A menudo no tienen que ver con uno mismo, no somos tan importantes».

Decidió soltar su extremo de la cuerda para preocuparse sinceramente por él y ponerse a su lado. Reconoció y agradeció su gran trabajo, su apoyo y su profesionalidad. Destacó algunos datos objetivos incluidos en el informe y que reforzaban sus palabras. Y le habló de las consecuencias positivas que se habían derivado de todo ello.

A cambio, él le hizo el mejor regalo: un sincero «Gracias por tu trabajo».

Todo había cambiado.

Centrados en nosotros mismos, muchas veces no nos damos cuenta de lo importante que es ofrecer nuestro agradecimiento a los demás. Y no se trata tan sólo de esa fórmula cortés que utilizamos de manera automática cuando nos llenan el vaso de agua en la mesa o nos ceden el paso ante una puerta.

Tanto en la relación con tus iguales o tus superiores como si diriges tu propio equipo, encontrarás multitud de ocasiones en las que podrás descubrir el gran poder que tiene esta simple palabra. Puede que hayas pedido un esfuerzo especial para una situación puntual, o que la relación se haya enturbiado con un malentendido. Puede que simplemente lleven tiempo haciendo su trabajo con esfuerzo e interés, o que te hayan ofrecido su ayuda cuando más lo necesitabas. Como si de una varita mágica se tratara, agita tu mejor «gracias» en el aire:

– Encuentra el momento adecuado. No agradezcas a la ligera, tómate tu tiempo.

– Sé sincero en tus agradecimientos. No hay nada peor que descubrir falsedad o ironía detrás de un «gracias».

– Dosifícalos en su justa medida. Hasta el caviar, servido en plato hondo, deja de ser un manjar.

– Básalo en hechos objetivos. Señalar aquellos aspectos concretos que agradeces no sólo ofrece credibilidad a tu mensaje sino que proporciona una información clara a quien lo recibe acerca de qué es aquello que verdaderamente estás valorando, de manera que pueda volver a repetirlo en otra ocasión.

– Demuestra que te pones en su lugar. Empatiza. Reconoce su punto de vista.

– Destaca las consecuencias positivas de su comportamiento. Muchas veces sus acciones tendrán una repercusión más allá del resultado inmediato conocido. Descubrir que nuestro esfuerzo y trabajo tienen un sentido nos hace sentir bien.

Ahora, apunta tu varita directamente hacia nuevas oportunidades que agradecer y descubre el verdadero poder de la pablabra «GRACIAS». Te sorprenderás.

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