Cuando la automotivación no es suficiente

Desgraciadamente ningún profesional, por muy bueno que sea, es imprescindible en una organización.

A menudo en el ámbito empresarial se producen situaciones en las que un buen profesional, con un elevado registro de éxitos a sus espaldas, que ha sido alabado y reconocido por sus jefes y compañeros durante años, de repente «cae en desgracia» y comienza a ser cuestionado.

¿Qué ha cambiado? Algo ha habido, sin duda, que ha provocado este cambio. Muchas veces se trata de hechos relacionados muy indirectamente con la persona en cuestión: peores resultados generales de la compañía, un malentendido, una ausencia debida a alguna enfermedad (o incluso una maternidad), la incorporación de un compañero o de un nuevo jefe, pequeñas desavenencias personales con algún jefe,…, situaciones al fin y al cabo que poco o nada tienen que ver directamente con su rendimiento.

Pero la realidad es que a partir de un determinado momento, lo que parecía incuestionable empieza a ser puesto en duda. De repente, los laureles conseguidos hasta el momento comienzan a marchitarse y pronto alguien se fija en…el sueldo. ¡Cómo puede estar cobrando esta cantidad! ¿Este sueldo se corresponde con su valía y su contribución actual a la compañía?

El profesional que se encuentra en esta situación pasa por una primera fase de desconcierto. No entiende nada, no se explica qué puede estar pasando. La primera opción suele ser la de «no hacer nada». Bueno, quizás quejarse, lamentarse, buscar apoyos entre sus compañeros, aunque esto tan sólo sirve para obtener una cierta autoafirmación personal, un leve refuerzo.

Pero cuando un profesional ve su trabajo evaluado constantemente y su valía personal cuestionada cada día es difícil levantarse cada mañana para ofrecer su máximo rendimiento. La automotivación ya no es suficiente y las palabras de ánimo de los que le rodean comienzan a sumirle en un estado de victimismo del que es difícil escapar.

Si algo produjo un cambio que llevó al profesional a «caer en desgracia», es necesario realizar otro cambio que le lleve a recuperar su estatus anterior o, al menos, uno similar.

La regla de oro en estas situaciones es: «aunque lo parezca, no te lo tomes como algo personal». Despégate emocionalmente del conflicto y analiza la situación de manera objetiva. Y si de verdad quieres cambiar las cosas, actúa. No esperes a que las circunstancias te consuman. Seguramente hay algo que puedas hacer para recuperar tu posición dentro de la compañía. Sé creativo, evalúa las distintas opciones y escoge aquella que suponga un mayor reto para ti.

Y si el ambiente se ha enrarecido tanto que recuperar el estatus anterior vaya a resultar muy difícil o vaya a suponer excesivas concesiones, puede que sea el momento de cambiar de aires.

El mundo no se acaba en la compañía actual por muy prestigiosa que sea.

Muchas veces un cambio radical puede suponer un gran aliciente personal de autosuperación y desarrollo.

Cuando las páginas de tu libro comiencen a amarillear, sacúdelo antes de que se apolille o ciérralo y abre uno nuevo.

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