Ganas de volver

Ganas, muchas ganas, casi rozando la impaciencia. Contando los días, las horas, para volver a la cancha. Y al mismo tiempo, intranquilidad, dudas, cierto temor…Un cóctel de emociones y de pensamientos contradictorios.

Después de estos meses de confinamiento, de inactividad forzosa, comienza a tomar forma una nueva realidad. Una realidad distinta a la ya conocida y en la que, por encima de todo, prima la incertidumbre.

La preparación psicológica de los jugadores para esta vuelta a la práctica deportiva tiene mucho que ver con la capacidad de adaptación a los cambios y con poder manejar el estrés que provocan las situaciones inciertas y desconocidas.

Por ello, el papel de los clubes deportivos a la hora de compensar ese nivel de estrés resulta fundamental. Los clubes deben fomentar la tranquilidad proporcionando una información clara, sencilla y coherente, que detalle las normas de seguridad adoptadas para la vuelta a la práctica deportiva. Los jugadores deben conocer estos protocolos y poder sentirse tranquilos y confiados. No puede haber dudas. Tampoco por parte de sus familias. De nada sirve que un jugador confíe en las medidas sanitarias si sus padres dudan de los mecanismos de aplicación o los desconocen. Toda información es poca. Qué se va a hacer, cómo, cuándo, qué problemas pueden surgir, qué se hará en ese caso, … La inseguridad debe reducirse al mínimo y para ello no hay otro camino que la información y la transparencia.

La situación de crisis sanitaria vivida durante estos meses ha supuesto una importante fuente de estrés para todos, también para los jugadores y sus familias. Y en función de cómo hayan afrontado esta situación en sus casas, y de cómo de cerca hayan vivido las tragedias, su nivel de estrés será mayor o menor. Esto, unido a las exigencias propias del deporte, podrá influir en un mayor riesgo de lesiones. Durante los entrenamientos o partidos, un jugador con un alto nivel de estrés tendrá más probabilidades de perder capacidad de atención, reaccionar tarde a las jugadas, no atender a los estímulos adecuados (la llamada visión de túnel), sentir agarrotamiento en los músculos, …, lo que incidirá en una mayor probabilidad de lesión. Para evitarlo, debemos hacer todo lo posible para reducir ese estrés a un nivel adecuado que favorezca su rendimiento. El trabajo con el psicólogo deportivo para entrenar técnicas de relajación o adquirir nuevas habilidades de afrontamiento resultará de gran ayuda.

Además, los entrenadores deberán invertir tiempo con sus jugadores para, más que nunca, interesarse por ellos, estar atentos a cualquier síntoma de preocupación excesiva o cambio de conducta, preguntar por las situaciones personales y familiares de cada uno, y ofrecer comprensión y escucha. Una buena comunicación entre entrenadores y jugadores siempre es importante, pero en estos momentos resulta crucial que se favorezca un ambiente de confianza y seguridad en el que poder expresar inquietudes o dudas que el entrenador pueda resolver personalmente u ofrecer la posibilidad de derivación al profesional correspondiente.

Muchos jugadores sienten en estos momentos que, y no les falta razón, han perdido algo de su forma física. Sin duda, tras este parón, tanto la forma física como las habilidades técnicas y tácticas se han visto afectadas. Poco a poco habrá que ir recuperando sensaciones. Pero sin prisa. Uno de los mayores errores que pueden cometerse es el del sobreentrenamiento. Querer compensar los meses de inactividad con horas extra de entrenamiento no les llevará a una mejora del rendimiento sino a todo lo contrario. Los jugadores deben confiar en las pautas que les marquen sus entrenadores y comprender que el descanso también es una parte importante del entrenamiento. Es el momento de entrenar, de tomárselo en serio, pero no de sobrecargar al cuerpo con un exceso de entrenamiento que no le permita recuperar adecuadamente y propicie así el riesgo de lesión. Conviene, si es necesario, ajustar las expectativas de rendimiento de los jugadores, haciéndoles ver que, aunque hayan seguido haciendo ejercicio físico durante el confinamiento, no estarán igual que antes del mismo. Deben ser pacientes y trabajar en una mejora progresiva de sus capacidades.

Y así estamos todos. Con ganas, con muchas ganas, con ganas de volver, aunque no sea lo mismo que antes. Poco a poco saldremos victoriosos del duro partido jugado en estos meses, nos secaremos el sudor y nos prepararemos para afrontar el siguiente, un nuevo partido en el que la incertidumbre dibujará las líneas del parquet. ¿Saltamos a la cancha?

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